martes, 13 de marzo de 2012

Alicia

 Alicia y yo éramos vecinas, los Roldan la habían adoptado hacía menos de un año, y casi desde entonces fue que nos hicimos amigas.
 Ella no iba a empezar la escuela hasta el año siguiente, porque llegó a mediados de agosto, así que por eso cada vez que volvía del colegio, me la encontraba merendando en el escalón de su puerta. L a primera vez que la invité a jugar fue un sábado a la tarde, no hacía mucho me habían comprado un vestido azul oscuro, así que decidí salir a pasearlo por la vereda, y gracias al sol de septiembre pude hacerlo con las piernas descubiertas.
 Alicia ya estaba en su escalón, parecía ser demasiado tímida y callada para ser tan bonita, las chicas lindas no suelen ser tímidas. Noté que me observaba disimuladamente, y cada vez que la veía  desviaba la mirada rápido hacia el pasto, me acerqué y le pregunté cómo se llamaba.

-Alicia - me dijo con una vocecita que parecía quebrarse al chocar contra sus propios dientes.

Noté que sus ojos eran oscuros, como si no tuviesen mucho para decir, sabía que no iba a preguntar mi nombre.

-Yo soy  Carla, vivo con mis tía acá al lado. ¿Cuántos años tenés?

-Seis meses - me dijo.

Yo esperaba que se echara a reír, pero su inexpresión me hizo sospechar que tal vez le había escuchado mal.

-¿Cuántos?- pregunté  haciéndole señas que  seguramente era culpa de mi oído.

-Seis meses - contestó igual de seria.

 Sabía tratar con mentirosas, no me importaba mucho saber su verdadera edad, calculé que tendría más o menos nueve como yo, lo que me atrajo fue su habilidad para mentir tan seriamente.

 Desde entonces, cada tarde nos juntábamos a jugar en la vereda, cuando ella me preguntaba que dónde había aprendido todos esos juegos, le mentía diciéndole que los jugaba siempre con mis amigas de la escuela, en realidad sólo los conocía de ver cómo los demás se divertían en los recreos, y si en la distancia no entendía alguna regla, la inventaba. Nada más emocionante que ocultarle algo a una mentirosa.
 Alicia era muy hábil para correr y saltar, pero le costaba memorizar las canciones y las coreografías de algunos juegos.

Siempre supe que había algo distinto en ella, pero fue hasta ese domingo de junio, en que estando en el patio con mi tía juntando la ropa antes de que lloviese, empecé a sospechar de que Alicia tenía muchos más secretos de los que yo podría inventar. El primer grito se escuchó des de la ventana de la pieza de arriba, otro grito casi en llanto bajando las escaleras, un golpe seco como un martillazo contra una pared, y silencio. Corrimos en cuanto reaccionamos hacia la puerta del frente, tocamos la puerta y preguntamos gritando si estaba todo bien. La señora Roldán fue la primera en salir, tan sólo para caerse en la vereda y llorar, el señor Roldán no tardó mucho más en aparecer, encorvado hacia adelante tenía una mano sosteniéndose el pecho y con el otro brazo tanteaba buscando apoyo para ayudarse a caminar. Mientras mi tía intentaba calmar a la señora yo me aventuré a pasar a la casa, la luz del sol no había entrado ese día, llamé a Alicia dos veces, nada. Subí las escaleras imaginando que, dónde fue el primer grito habría de estar ella.

-¿Alicia? - nada - Soy yo, Carla.

 Un gemido salió del baño del pasillo, empujé la puerta con el pie, y ahí estaba, sentada sobre el bidet, se agarraba desesperadamente la cabeza, tratando también de ocultarme su cara.

-Alicia ¿Qué pasó? ¿Estás bien? - su gemido fue más fuerte.

 Me senté sobre la bañera, tenía miedo de acercarme más. En ese momento desee  haber hablado más con ella, preguntarle más sobre sus verdaderos padres, pero uno no profundiza mucho en la vida de alguien, con quien sólo le interesa jugar, no me importaba de dónde venía Alicia, sólo quería saber qué tanto podía saltar la soga, qué tanto podía ganarle en los juegos mentales, y si alguna vez yo también podría llegar a subir todo un árbol de sólo dos saltos. Levantó lentamente la cabeza. No me interesaba profundizar, ni en sus hermoso dientes, ni en sus uñas siempre un poco largas, con las que a veces sin querer me latimaba, sólo no quería llegar a ese momento en que podría descubrir, que sus ojos cada vez más pardos, dicen mucho más cuando están hambrientos.
           
                                                                              
  (Marcos Ariel)

2 comentarios:

  1. Me encantó. Todo, los seis meses, los juegos, los Roldán, junio, la bañera, ella y ella. Lo único que me descolocó un poco fue el presente de la última frase.
    Y me encanta eso que tenés de llevar al lugar, a la situación: puedo ver a la nena juntando la ropa con la tía cuando escucha el grito

    arribalaspalmasconloscuentosdemarcos

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  2. Muchisimas Gracias!

    lo del final es porque los ojos de Alicia siguieron diciendo después del cuento.. ;)

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