sábado, 12 de enero de 2013

Pisadas



Caminando descalzo, me mancho la planta de los pies del plateado que pinta la luna de plata. Esa que baña el mar, la arena y la calle.
Porque cualquiera viaja a la luna de polvo y vuelve a su casa con los pies llenos de tierra.
Pero yo dejo marcas de dedos, empeine y talón sobre el suelo, como si travieso, pisara en la luz que acaban de pintar sobre las cuadras que van a la playa.
En la arena es más o menos igual, sólo que me pinto por encima del pie y hasta el tobillo. Pero en el mar, con la primer zambullida dentro de las olas cubiertas del reflejo de esa luna en el agua, salgo completamente embarrado en plata. Me tiento y lamo mi brazo. ¡¿Quién lo diría?! Curiosamente la luna sabe a sal.

                                 -Marcos Ariel-